sumida en mis banalidades cotidianas
enfrascada frente
al monitor
tecleando ñoñerías,
pavadas varias.
Él
se despide
desde la cama:
hasta mañana
mamá.
Me lo dice
para hacerme sentir culpable
estoy segura.
Minutos antes
me pidió que me quede un ratito con él
hasta
lloriqueó un poco.
Ahora, como
antes, le respondo ofuscada
que ya voy,
pero dormite que es tarde.
Vuelvo a
concentrarme
en las
estupideces virtuales
de todas mis
noches.
Tremenda manera
de perder el tiempo
que pasa impiadoso
y miro la
hora
y me asombra
lo tarde que es
y me lamento
y refunfuño
y apago la
pc
y me voy a
acostar
pero antes
paso a verlo
y claro, ya
está dormido
plácido,
profundo
tan chiquito
tan hermosos
sus cachetes
su boquita
semiabierta
sus rulos
la sábana
enredada en las piernas.
Intento arroparlo
sin molestarlo.
Fracaso.
Perdoname que
te desperté
seguí durmiendo,
corazón.
No importa,
podés despertarme.
Me mira
apenas, me sonríe
se da
vuelta, se acomoda
sigue durmiendo
como si nada.
Y ahora sí
me siento
culpable.
Pero también infinitamente
feliz.
Gracias al
universo que te tengo.